«Había algo fascinante en aquellas páginas polvorientas que hacía que no pudiera dejar de leerlas», escribe Santiago García acerca de ‘Roberto Alcázar y Pedrín‘ en ‘Cómics sensacionales‘, su memoria de tebeos. Aquella serie, que arrastra el sambenito de facha, era probablemente el mayor exponente de lo que fue «el cine de los pobres», las colecciones de tebeos apaisadas surgidas en la posguerra española. Lo tenía todo para ser el artefacto de evasión perfecto: aventura, mamporros y exotismo. Su legado merecía sobrevivir, y no solo a través de parodias. Ya solo por eso, es loable que Santiago García y Luis Bustos hayan rescatado con ‘¡García’ (Astiberri) la esencia de aquellos dos intrépidos héroes y la hayan destilado adaptándola a la voluble España del siglo XXI.

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Esta recuperación traiciona -para bien- dos de las características principales de ‘Roberto Alcázar y Pedrín’: ni ocurre en un lejano país ni transcurre en una realidad social indefinida. ‘¡García!’ está en la España actual: la de la corrupción, las tertulias patilleras y las ruedas de prensa a través del plasma. Aquí es donde ha despertado de nuevo a la vida García, el superagente franquista. El regreso del héroe hispánico, que vimos en el primer volumen de la obra, no es casual. Quien lo ha traído de vuelta tiene sus motivos, y son tan oscuros como el líquido que fluye por las cloacas del Estado.

Pero a ningún buen y honrado héroe español le gusta ser utilizado con fines aviesos… García no es de esos, y su improvisada ‘sidekick’ Antonia tampoco. Su no-tan-casual unión de destinos alcanza velocidad de crucero a bordo de un Seat 850 y continúa en medio de puñetazos, patadas, improperios, matrimonios homosexuales y policías municipales alopécicos en moto. Todo muy loco, pero también muy épico. Puede que García no esté en su tiempo, pero no deja de ser García: el héroe español que nunca se rinde, el héroe español que no se amilana si se tiene que subir a lo alto de la cruz del Valle de los Caídos y cargarse a unos cuantos malosos, el héroe español que no traiciona a su patria.

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Toda la velocidad y maravilla de ‘¡García!’, multiplicada en esta segunda y última entrega, son una declaración de amor a aquellos viejos e inocentes tebeos de la infancia. Santiago García pone la letra y las notas a esta canción, y Luis Bustos la interpreta con un dibujo y puesta en página impactantes. Sin embargo, calificar ‘¡García!’ como un mero homenaje es injusto: aunque sea la reencarnación de un mito, García está vivo y respira por sí mismo. Es un gran personaje, y protagoniza un gran tebeo.

«García ha vuelto a casa», reza la contraportada. Ahora sería necesario que Santiago García y Luis Bustos añadieran un «para quedarse».